viernes, 30 de marzo de 2007

El expat y el deporte

Cualquiera que haya leído la guía sobre los expats pensará que a éstos sólo les motiva acumular dinero y otros espurios intereses. Se equivoca, el expat es un ser multidisciplinar como pocos y el escaso tiempo libre de que dispone lo dedica a la práctica deportiva. A continución, se hace una breve descripción de sus deportes favoritos:

Fútbol. Desde que la asignatura de Educación Física dejara de ser obligatoria cuando tenía 17 años, el expat no había vuelto a ver ninguna forma esférica a excepción de su propia barriga todos los días frente al espejo. A pesar de su lamentable estado de forma y de sus deficiencias técnicas, cada fin de semana el expat pisa la hierba con la ilusión de un juvenil.
El expat siente los colores. Se transforma. Da órdenes. Acaba discutiendo con todos sus compañeros y lesionando a medio equipo rival pero nada le impide cada domingo ser la estrella o al menos intentarlo.

Baloncesto. Cansado de las broncas balompédicas, el expat busca refugio en el deporte de la canasta. Actividad que no practica desde que su madre harta de que le rompiera todas las macetas del chalet donó su último balón a la parroquia en el año 84. El expat se compra un balón y se junta con dos amigos a lanzar unos tiritos. Esta es la primera y la última vez. Tres chinos les piden partido, apenas miden 1,60 y los expats piensan que serán un buen aperitivo para su hambre de victoria. Los chinos son tres pero parecen nueve. Manos y pies por todas partes y saltos más propios del Kung Fu. El resultado 94-18. Si tenéis la ocasión de conocer a los protagonistas, no se lo recordéis. Todavía les escuece.

Golf. Si por algo se caracterizan los expats es por su clase. Al fin y al cabo, el fútbol y el baloncesto son deportes para la masa. El expat se compra un juego de palos Callaway fake por lo que cuesta un guante en España y acude al Driving Range a practicar su swing. Su amigo que se ha iniciado la semana anterior, le da una breve instrucción y tras 84 minutos de fallidos intentos, la bola 212 logra elevarse a duras penas. Es un vuelo corto y torpe pero a él le parece el cometa Halley, ver aquella pequeña bola blanca alejarse en el horizonte le llena el cuerpo de satisfacción y le hace recuperar la autoestima perdida. Desde entonces cada semana, nuestro amigo es puntual a su cita con el golf. No discute con nadie, más allá de si mismo y se pregunta cómo es posible que no descubriera antes que él estaba hecho para este deporte.

Go-Karting. Los karts son la Fórmula 1 para los expats. Toda la tensión acumulada a lo largo de la semana es liberada en los 30 minutos que dura la carrera. Los taxistas son auténticos ídolos de masas y rol models para muchos de los participantes pero lleva tiempo aprender su técnica de colarse por huecos más pequeños que el vehículo. Las normas son simples al grito de "!mariquita el último!", los alonsomaníacos se enzarzan en una lucha encarnizada que deja a más de uno empotrado contra los neumáticos y que acaba siempre con el piloto más sucio cruzando la meta el primero.

Submarinismo. Un expat sin su título de submarismo no es un expat completo. El expat se va a Tailandia y en la piscina de cualquier hotel de 5 estrellas obtiene el preciado carnet. A partir de ahi, Boracay, Koh Samui, Sipadan y Palau se convierten en sus destinos favoritos de vacaciones. El neopreno les sienta bien. El mundo subacuático es su particular yang que les mantiene en equilibrio y les abre la mente y desarrolla la imaginación, tanto que alguno ha logrado ver al monstruo del lago Ness en las aguas del Índico.

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