domingo, 11 de marzo de 2007

El Parque Animado


Cualquiera que haya estado en cualquier gran ciudad de China y haya tenido la ocasión de pasear por alguno de sus parques habrá percibido que éstos tienen vida propia. Los parques son como el pulmón del fumador empedernido en el que se han convertido las grandes urbes chinas. Refugio de personas, animales y cosas que cada día se reunen para dar forma al parque animado.

Lo primero que llama la atención al curioso visitante son los guerreros de Tai Ji Quan, arte marcial que ha perdido su agresividad para convertirse en una especie de danza clásica y eterna. Esta práctica de movimientos suaves y coordinados suele estar reservada a la tercera edad y a veces a la cuarta que parecen empujar a la muerte de su lado con cada serie que completan. El TaiJi está muy relacionado con la filosofía Taoista y su equilibrio entre mente y alma y no es de extrañar que se haya puesto de moda en el desequilibrado mundo occidental.

No muy lejos de estos guerreros se sitúan los luchadores de árboles. Los combates tienen lugar a plena luz del día y los amantes de las apuestas no hacen acto de presencia porque saben de antemano quien va a ser el vencedor. Los árboles son capaces de encajar durante horas los golpes secos y monótonos de su rival y rara vez responden a las agresiones de su oponente.

Las estridencias y el alto volumen del amplificador alertan que nos hemos adentrado en plena zona de baile, donde un grupo de entusiastas bailarinas ensayan sus pasos alegres en presencia de fieles seguidores. Estas bailarinas no quieren ser artistas, ni ir a la televisión porque ya hace tiempo que sus sueños se cumplieron.

Los niños son la risa del parque. De ellos son las cometas que tocan las puertas del cielo y ellos son los que con las cañas que alquila el hombre del puesto pescan peces de colores que acabaran sus días de pez tonto en bolsas de plástico.

Los peces no son los únicos que tienen vetado los finales felices, cerca de la charca el jugador de Mahjong ha vuelto a perder y otra vez se irá a casa lamentando la torpeza de su estrategia. Yo sin embargo, me voy a casa feliz. Satisfecho de haber puesto una pincelada de color al parque animado

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