viernes, 8 de abril de 2011

¿Dónde está Ai Weiwei?

Si alguien creyó que la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiabo supondría un avance en la lucha por la democracia y por los derechos humanos en China, simplemente subestimaba el poder del regimen comunista. Es más, aquella medida ha traido más control, más represión y menos libertad por parte del Estado rufián. Al país de los 1300 millones de habitantes no le quedan más de un 1,3 librepensadores. Detenido Liu y silenciado Ai Weiwei, la luz se vuelve a apagar.

La disidencia no existe, más allá de cuatro profesores universitarios y un par de artistas bohemios. La coacción, la intimidación, el matonismo y en última instancia los tanques se han mostrado efectivos a la hora de atajar de raíz cualquier intento de rebelión cívica. Los chinos mortales han interiorizado muy bien el mantra de la democracia no es para nosotros y hay que reconocerle el mérito al Estado rufián de vender esa moto.

Occidente sigue con su estrategia del palo y la zanahoria en sus relaciones con la nueva superpotencia. Bien sé yo que si en lugar de la bomba atómica, China tuviera petróleo hace tiempo que los F-18 habrían dejado algún recadito contundente en el Renmin Dahuitang.