miércoles, 2 de mayo de 2007

Alguien te observa

Quizá haya tardado más de lo que George Orwell predijo en su novela pero la sociedad en la que los individuos son espiados por cámaras y por ordenadores ha dejado de ser ciencia ficción para convertirse en caprichosa realidad. Cuando el visionario autor escribió su novela 1984, tal vez nunca imaginó que su pesadilla llegaría a ser un manual para los enemigos de la libertad individual.

Las llamadas CCTV (closed-circuit television) forman ya parte de lo que ellos llaman mobiliario urbano. Ojos que nunca parpadean, incansables escrutadores de anónimos ciudadanos. La dictadura de la imagen es una sombra que a todos alcanza. El golpe ha sido silencioso y en nombre de la seguridad y del bienestar, el individuo ha quedado a merced de un vigilante de seguridad al que han dado una porra nueva y bula para usarla.

El infeliz ciudadano sigue bajo los efectos de la adormidera de la palabras, droga que no solamente no prohiben sino que la prescriben en masa sin necesidad de receta médica. Acogotado por cada uno de los capones que recibe, el idiota vive plácidamente en su estulticia.

No contento con observar cada uno de tus movimientos, el Gran Hermano te dicta lo que puedes comer, beber o fumar, lo que puedes decir y pensar. Los centinelas del nanny state aplauden ligeramente excitados cada una de las prohibiciones mientras sus asesores de imagen les dicen que la raya a un lado les dará más votos. Desde aquí, me gustaría hacerles una petición a todos ellos: Váyanse a la mierda!!

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