lunes, 22 de septiembre de 2008

En tierra de nadie

Ser extraño en tu propia casa es un recurso fácil para los inadaptados sociales y demás fauna asilvestrada. Ser un extraño en tierra extraña, es lo normal y no importa los años que pases en Shanghai, aquí uno llega siendo un extraño y se marcha siendo un extraño independientemente de quién le eche. El Bureau de Seguridad Pública, la novia china o la empresa. Es lo mismo, un extraño con mayor o menor dignidad.

Te vas y ya nadie habla de ti, ni tan siquiera mal. Antes de que hayas cruzado el doble control de seguridad del aeropuerto, nadie recuerda a qué suenan tus palabras. La mujer de la tienda de la esquina nunca te llamó por tu nombre ni el vecino te habló del tiempo en el ascensor pero es posible que hasta tu sombra intentara huir de ti por un momento. Es lo que hay. Llena tu armario de dinero, de abrazos y hasta de putas. Llénalo de lo que más te guste hasta que rebose, seguirás estando solo.

Así no es de extrañar que los templos y los bares sigan llenos.