martes, 3 de abril de 2007

Shanghai: el escaparate de China


Shanghai ha crecido acostumbrado a la alabanza y a las grandes expectativas. Al igual que ocurriera en los años 20, Shanghai ha atraído la atención de la prensa mundial y ha fascinado al público durante la última década. El interés generado por el actual resurgir de la ciudad se debe a la histórica afinidad de Shanghai con el "mundo exterior", a su influencia económica y política dentro de China y en parte, a la envergadura de los últimos proyectos.


Estos aspectos que determinan muchos rasgos de la ciudad, son claramente apreciables en su urbanismo y están intimamente ligados a la experiencia histórica. En primer lugar, el nexo entre Shanghai y Occidente, a pesar de casi medio siglo de ruptura, se ha transformado en nostalgia aquiescente y es la base sobre la que se levanta el Shanghai del Siglo XXI. En segundo lugar, el ascenso económico y político de China, en el que Shanghai juega un papel importante, llama la atención tanto por las oportunidades como por las amenazas que presenta a nivel mundial y por último, el renacimiento urbano de la ciudad y la fastuosidad de muchos de sus proyectos, no deja indiferente a nadie, cuando muchos de estos planes son todavía ideas, muchas de las cuales, nunca verán la luz.


En la mejor de las tradiciones shanghainesas, la relativa grandiosidad de muchos de sus edificios lleva asociado poco más que un diseño atractivo y arriesgado. La estructura es algo secundario cuando está en juego la imagen. 60 años después de que los Nacionalistas propusieran convertir Shanghai en el escaparate de China, el actual gobierno la ha convertido deliberadamente en un gran showroom.

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