viernes, 20 de abril de 2007

The painted veil


The painted veil forma parte del privilegiado grupo de películas extranjeras que anualmente se proyectan en China. Todas las que pasan la criba suelen ser historias irrelevantantes, con cierta tendencia a provocar somnolencia. The painted veil podría ser una excepción.

Basada en la novela de W. Somerset Maugham, The painted veil empareja a Naomi Watts y Edward Norton en una historia lenta y conmevedora, enmarcada en el bello paisaje de la China profunda de los años 20. Norton interpreta a Walter Fane, un meticuloso bacteriólogo que no conoce nada del amor, más alla de lo que se pueda encontrar en un libro de texto. De misión en Shanghai, Fane conoce a Kitty (Watts) durante una visita a su tierra de origen, Inglaterra, y tras la primera cita, le propone matrimonio. Kitty, una niña rica y malcriada a punto de perder los privilegios paternos, no tiene más remedio que aceptar.

Absorbido por su trabajo, el Dr. Fane se da cuenta de que no tiene nada en común con su atractiva esposa y progresivamente se distacia de ella mientras ella cae en los brazos de Charlie Townsend, un diplomático británico con aires de grandeza que sabe como divertirse sin necesidad de un microscopio y unos guantes de latex.

Cuando se descubre el aduleterio, las alternativas que le quedan a la esposa son la afrenta pública de un divorcio y volver con el honor mancillado a la casa paterna o adentrarse en un viaje de muerte al epicentro de una epidemia de cólera en Mei Tan Fu (los que hayan estado en Yangshuo reconoceran las inconfundibles montañas) y si en un principio se puede interpretar que el humillado doctor desea que el cólera acabe con su esposa, las cosas no siempre son lo que parecen.

En la novela de García Marquez, el amor y el cólera transucurren por caminos distintos. En esta son conceptos unidos para siempre. El despertar de Watts frente al sufrimiento de la población local y el reblandecimiento del corazón de Norton son magistralemente tratados en sus personajes. Tanto que te hacen desear que puedan escapar del destino que les espera. El final, si no es un final feliz, sí es al menos es un final con el que te puedes quedar feliz

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estaba buscado información en la red sobre Edgar Snow y me topé con este blogg, déjeme decirle que me pareció muy interesante, tanto así que he detenido a leer varios de sus textos, incluyendo en de cómo aprender mandarín, ya estoy prácticando. jajajajajaj

Saludos
Pilar