lunes, 12 de noviembre de 2007

Save the cheerleader, save the world

Los inventores de palabras que cada día recorren los pasillos de los palacios presidenciales con el gesto serio, la espalda encorvada y las manos ocultas, esperando con impaciencia a que la bombilla de su genialidad les ilumine el camino, están de enhorabuena. Su última creación "Diplomacia Callada" ha calado pronto entre todos los españoles y ha sido el primero de ellos el que la ha puesto en práctica mandando a callar al tonto de la clase.

Los inventores de palabras poseen un dominio sin igual de la psicología de masas y de la misma manera que decoran la semántica con epítetos imposibles, crean un eslogan para una marca de calcetines que inventan la canción del verano. Ellos son así, geniales y los bloggers de pro deberían estarles agradecidos ya que sin ellos su trabajo sería tan aburrido como escribir de lo que no se tiene ni idea.

Cualquiera puede ser inventor de palabras y como siempre han sido los americanos los encargados de mercantilizar la ocurrencia. La idea es simple. Se meten en una cajita distintos vocablos, para ser asesor presidencial éstos tienen que ser rimbombantes y sonoros, capaces de hacer eco durante horas en la mente del personal. A continuación, se elige una mano inocente para que vaya sacándolos de dos en dos. Al principio, las combinaciones pueden parecer extrañas (fuego amigo, centro reformista, diplomacia callada) pero cualquier resultado es susceptible de acabar en la página de portada por difícil que parezca.

Haga ya su pedido y deje que su niña se entretenga juntando palabras y quién sabe si dentro de 50 años es ella quién recorre los pasillos de la Moncloa y la que da con la fórmula para salvar el mundo

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