lunes, 3 de septiembre de 2007

Sin título

Entre sueños e insomnio había llegado a creer que todavía la amaba pero de aquello hacía tanto tiempo que lo único que podía amar era la miseria y el dolor que ella le trajo. La luz del día siempre le devolvía la lucidez y Ted se odiaba a si mismo por tener tales pensamientos.

Ted Alliston era un personaje respetado en su barrio residencial a las afueras de Hartford. Él y su familia encarbanan a la perfección el sueño americano. Su esposa, Claire, era una mujer guapa e inteligente que había dejado temporalmente su carrera como agente inmobiliario para hacerse cargo del cuidado de los mellizos, Tommy y Everett, de apenas 2 años edad.

Ted había ascendido como la espuma y ahora era Director de Riesgos en el banco, el mismo banco al que ella llamó para comunicarle que todo había acabado. Entonces, Ted sólo era un becario y pasaba las horas ordenando correspondencia y llevando cafés a sus superiores. Aquel día el café no incluyó las sonrisas y los resultados de los Mets y de los Celtics dejaron de importar.

Nunca más quiso saber de ella y el trabajo, las pastillas para dormir y años más tarde, Claire, lograrían que aquella herida que sangraba con facilidad, cicatrizara definitivamente. Habían pasado más de 10 años y ella nunca más volvió a aparecer por su vida, no tenían amigos en común ni sabía dónde vivía ni donde encontrarla ni tan siquiera si estaba viva. Sólo aquel sueño recurrente e inquietante en el que ambos paseaban por la playa cogidos de la mano mientras los mellizos y los últimos rayos de sol les perseguían, le recordaba lo que una vez hubo entre ellos.

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