viernes, 8 de octubre de 2010

Liu Xiaobo, Nobel de la Paz

Qué los Nobel sean los premios más prestigiosos del mundo, no sólo es una muestra de lo mal que está el mundo de los premios sino más bien de lo mal que está el mundo. Los miembros del jurado sometidos a intereses espurios, a su propia cobardía y por encima de todo a la corrección política suelen alternar decisiones valientes con otras de pata de burro.

La decisión de conceder el Nobel de la Paz al disidente político chino, Liu Xiaobo, se encuentra sin duda entre las primeras. Liu Xiaobo, viejo conocido del Public Security Bureau, se atrevió a pedir más libertad, lo cual en el retorcido lenguaje post-comunista significa incitar a la subversión contra el sistema.
Esta temeridad dió con los huesos de Liu en la trena y allí seguirá cuando se entregue el premio en Oslo.

Ciertamente desconcertante esta patada en la entrepierna al regimen al que todos en Occidente rinden pleitesia. Más si cabe cuando se podía haber optado por una opción menos espinosa. Ante tanta bipolaridad en tan poco tiempo solamente hay que esperar que el año próximo Hugo Chavez sea el ganador

No hay comentarios: