domingo, 5 de octubre de 2008

Amor Ocre

Domingo no es el mejor día para hacer promesas. Te levantas, recorres los siete pasos que te separan del cuarto de baño y mientras expulsas la última gota de alcohol que quedaba en tu cuerpo miras al tipo del espejo sin valor para hacerlo a los ojos. Solo han pasado unas horas pero no puedes evitar sentirte 420 minutos más viejo.
Regresas y ella sigue allí. Desnuda y dispersa entre las sábanas. No recuerdas los detalles pero sí que sabes el final y en el suelo, las pruebas de tu culpabilidad.
Ella duerme. Tú consumes el primer cigarrillo del día y tus pensamientos se mezclan con el humo hasta morir en su piel suave y amarilla. Mañana no recordarás su nombre pero esa piel te perseguirá hasta hacerte enloquecer.
Le preparás un té y mientras la ducha borra los besos que quedaban en su cuerpo. Tu amor perdido por las cañerías.
Domingo no es el mejor día para hacer promesas y tú le acabas de decir que la volverás a llamar.

miércoles, 1 de octubre de 2008

La crisis financiera vista con unas gafas chinas

El pasado nunca es noticia y el periodismo no tiene memoria. Sin embargo estos días, los creadores de opinión y otros opinadores profesionales hablan del crack del 29, de la caída de los imperios y de la emergencia de nuevas potencias siempre tras guerras o revoluciones industriales y por lo visto ahora estamos en uno de esos periodos en transición en los que se busca líder mundial. El nuevo orden llegará pero seguramente será todo lo contrario de lo que preconizan los visionarios.

Ahora que los ex-comunistas del mundo, dictadores bananeros y apergaminados profesores universtarios derrumban los muros de Wall Street y toman las medidas al cuerpo del Tío Sam, las miradas se centran en China con la esperanza de que los nuevos ricos nos saquen a todos del atolladero en que alguien nos ha metido.

Tradicionalmente, a China le ha importado poco la política exterior. Bastante han tenido con los problemas internos como para solucionar los problemas de un mundo exterior del que por otra parte desconfían. Los chinos están demasiado ocupados enriqueciéndose o sobreviviendo dependiendo del barrio, ganando medallas o dando saltos por el espacio como para preocuparse de lo que ocurre en Wall Street.

Puede que el mundo sea un tablero de ajedrez aunque las partidas duran décadas y no días.